martes, 14 de septiembre de 2010

un árbol



Quién sabe que habrá vivido este sauce de cientos de años. Testigo mudo de innumerables acontecimientos a lo largo de su vida. Una vida larga y solitaria, tal vez triste y de ahí el ser un llorón.
Llora de quién sabe que acontecimientos,  quién sabe que historias perdidas ya en la memoria. Demostrando una tristeza inconmensurable provocadas por las finas y elásticas ramas caídas en la distancia. Al acercarnos y observar más detenidamente su mundo interior, la tristeza se torna en alegría debido a la población de numerosísimas hojas pequeñas y doradas que le dan vida.
Y es que estamos ante un árbol de contrastes que se resiste a la pesadumbre. Tristeza y alegría en todos y cada uno de los instantes que dan pie a su existencia. Dureza y rugosidad coexistiendo al mismo tiempo  con movimientos livianos y ligeros, se podría decir que alegres, e incluso sensuales, gracias al viento. A luchar contra la gravedad con posturas imposibles y a moverse con la suave brisa en una danza sensual y eterna.

 
Quizá esa tristeza milenaria no este tan bien fundada y quede lugar a la esperanza. Esperanza viva, verde y alegre.


Con esta práctica he pretendido reflejar esos contrastes que este sauce llorón provoca. Nos encontramos en la ciudadela de Pamplona, fortaleza construida como todas las de su especie para encerrarse y protegerse; y no solamente de un enemigo exterior, como se podría pensar, sino para hacerlo de la propia ciudad. Esta construcción renacentista cubría con sus puntas, baluartes, cualquier ángulo de ataque, incluso los que eran frontera directa con Pamplona. Esto es así debido a que en la época, aun estaba en la mente de los ciudadanos el gobierno de su rey natural, ya que el Reino de Navarra había sido recientemente conquistado. Tal vez sea ese el motivo que provoca las lágrimas de nuestro sauce y la alegría venga dada por la demostración de que haya tiempos mejores


En las imágenes se puede observar los contrates: Las posturas imposibles que los larguísimos brazos forman al luchar contra la propia naturaleza y  la gravedad. La dureza de la textura de dichos brazos. La ligereza y el color de las hojas que se balancean al son del viento. El hábitat interior del propio árbol: cerrado al exterior y con unos tamices increíbles de luz, todo ello mientras que al exterior nos otorga una sensación de tristeza o melancolía…

1 comentario:

  1. Hoy he pasado por la Ciudadela y este árbol ha sido talado y no sé por qué. No lo entiendo. Era mi árbol favorito, bajo él leía, estudiaba música con mi viola, lo iba a visitar, hice mis fotos de boda... ¡qué pena!

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