miércoles, 24 de noviembre de 2010

Alexander Rodchenko


Alexander Rodchenko

Alexander Rodchenko, nació en San Petersburgo el 5 de diciembre de 1891 y murió en Moscú en 1956. Además de fotógrafo, fue escultor, pintor y diseñador gráfico, fue también uno de los fundadores del constructivismo ruso.
Procedente de una familia humilde, realizo sus estudios en la Escuela de Arte de Kazán y en el Instituto Stróganov en Moscú.
Su vida está influenciada claramente por su educación e ideología bolchevique. Su obra tiene un marcado estilo propio donde el componente social, el uso de la línea y los inusuales puntos de toma de sus fotografías acaparan el protagonismo.
La obra de Rodchenko estuvo al servicio de su patria y muy marcada por la ideología bolchevique. A menudo sus imágenes tienen como protagonista la tecnología, la ciudad, aviones, dirigibles y otras máquinas modernas de la época. Es un admirador de la tecnología y en especial de todo lo que vuela: aviones, dirigibles, globos. De los puentes, torres metálicas y de la arquitectura. La tecnología representa el mundo contemporáneo. Para él, la ciudad moderna con los altos edificios con cristales en sus muros, la industria, los tranvías, los coches, los anuncios publicitarios, los barcos y aviones necesitan un cambio en la percepción visual.

También tuvo fases en las que se dedicó a fotografiar eventos deportivos o coreografías propias del régimen. En cualquier caso, su fotografía tiene un denominador común, una sociedad ordenada. Si de alguna manera su estilo en el mundo de la fotografía se pudiese caracterizar, se diría que la “línea” y los “puntos de vista” son muy importantes para entender su manera de disparar.
La línea
Quizás como una consecuencia de esa sociedad ordenada, la línea juega un papel primordial en su obra. La línea y el ritmo de sus fotografías acentúan la sensación de orden de sus imágenes y ayudan a transmitir el mensaje social que busca. A menudo acompaña la línea con encuadres oblicuos que aportan dinamismo a la imagen.
El encuadre oblicuo, el ritmo y las líneas oblicuas transmiten una gran sensación de dinamismo a la imagen. La línea es un elemento artístico de suma importancia dentro del trabajo de Rodchenko. Por eso, incluyó en sus composiciones fotográficas elementos como rejas, escaleras, cables de electricidad, para que constituyeran las guías de su constructivismo fotográfico.
El punto de vista
Probablemente, la característica más personal de su obra. Los planos cenitales o nadir de sus fotografías muestran las imágenes desde un nuevo punto de vista poco habitual para el ojo del espectador.
El inusual punto de toma de la imagen convierte una situación cotidiana en una imagen diferente e interesante.
-.“Si se desea enseñar al ojo humano a ver de una forma nueva, es necesario mostrarle los objetos cotidianos y familiares bajo perspectivas y ángulos totalmente inesperados y en situaciones inesperadas; los objetos nuevos deberían ser fotografiados desde diferentes ángulos, para ofrecer una representación completa del objeto”.
Los puntos de vista más interesantes para mostrar la realidad ya no es la vista horizontal de un hombre de pie, sino de abajo arriba y de arriba abajo, con el horizonte inclinado, lo que hace que la imagen adquiera mayor movimiento y dinamismo.
En los retratos evita el manierismo propio de los estudios de fotografía. Sus retratos se convierten en símbolos, en iconos, al eliminar todo lo superfluo. En el retrato de la madre deja sólo la cabeza, el pañuelo y la mano sujetando las gafas.
Al igual que otros grandes, Ródchenko utilizaba una pequeña cámara Leica que le permitía realizar esos planos tan propios de su fotografía. En 1928 adquirió una cámara Leica, la cual gracias a su formato manejable, y su rapidez de utilización, se convirtió en su instrumento favorito de trabajo. Con ella logró dar vida a sus ideas relativas a los insólitos puntos de vista, los escorzos bien definidos como la mirada es llevada por los detalles sorprendentes. Estas composiciones las consigue cuando puede deshacerse de la servidumbre de las pesadas y rígidas cámaras de placas y al igual que otros fotógrafos consigue tener en sus manos las ligeras cámaras portátiles


 




 

Alexander Rodchenko esta considerado uno de los grandes maestros de la fotografía, pero no se dedicaba unicamente a esa disciplina, si no que también fue pintor, escultor y diseñador gráfico. Lo que encuentro realmente atractivo de este autor es su estilo propio tan marcado, el ritmo y dinamismo de sus imágenes, el uso de la linea como recurso compositivo, la gran sencillez de muchas de sus obras y los mensajes ocultos que  al mismo tiempo conllevan. Además, es de subrayar el hecho de que aun siendo parte de la primera parte del siglo XX aun hoy, un siglo después siga teniendo una grandísima influencia.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Bodega

Interminables hileras de viñedos, la búsqueda de la preciada uva, la aguja en el pajar, el arte hecho ciencia. Siglos de tradición unidos a la tecnología más puntera. En el mundo del buen vino nada queda al azar.


Paisajes trabajados y pensados. Eficiencia y artesanía. Donde nos colocamos, con que orientación, que conciciones de iluminación, temperatura y lluvia. Todo depende de que se quiera conseguir.

Tradición en madera y futuro en acero. Sistemas manuales y sistemas automatizados. Aun así siempre queda lugar para lo poético. Aquí es donde duerme y madura el vino. En esta especie de catedral del vino. Entremos.






Bodega de caldos perfectos. Todo gracias al entusiamo de una gente que vive dandole toda su dedicación, a la última tecnología y a los siglos de experiencia.

martes, 5 de octubre de 2010

Reflejo o realidad


Pasamos de los reflejos, al menos inconscientemente, 
y sin ellos nos lo perderiamos todo.

¿Dentro o fuera?
¿Qué es qué?


En algunos lugares nos envuelven los reflejos 
como si de un mundo digital se tratara.


Reflejos indiscretos, anonimos, oscuros y claros.


Algunos nos hacen dudar de la realidad y 
preguntarnos acerca de que es verdad.


Otros nos hacen descubrir el mundo de un 
modo nuevo e impensable.


La realidad no deja de serlo, y aun así se nos abre la mente
y los espacios se multiplican

Bodegón

 

El mundo en el que vivimos no es 
tan sencillo como puede parecer.


Hay un sin fin de tipos, razas y colores.


También hay grandes contradicciones, cosas que 
no son lo que en un principio debieran ser.


Aun así en este lugar de desacuerdo y
tensión, siempre nos quedará el amor.


Y poco más hay que añadir,
pues es eso lo que realmente importa.



lunes, 20 de septiembre de 2010

el mercado


Dicen que más vale una imagen que mil palabras, y es que un mercado es una cosa y a la vez mil.


En días de mercado se percibe el ajetreo de todo tipo de gente: cultura, raza, sexo y edad no importan en este lugar. Los amables vendedores ríen junto a sus clientes mientras muestran sus mejores productos. Productos de casa, de calidad, autóctonos, en los cuales se percibe hasta el cariño con el que los han tratado. 


Esos productos son la esencia misma  del mercado: su razón de ser. Sin el intercambio de esos productos y el movimiento de dinero el mercado no existiría, pero a diferencia de los grandes supermercados a los que estamos acostumbrados hoy en día en estos lugares reina un ambiente especial.



No se trata de mero capitalismo, de vender y luchar como tiburones por el máximo beneficio. Aquí hay humanidad. Calor. Amabilidad y trato entre personas, sea cual sea su origen, manera de pensar y cultura.

Nos encontramos en un mar de colores, texturas, incluso de sabores y olores. Todos los sentidos tienen cabida en el mercado. Y es que de eso se trata. De ser humano y no dejarse arrastrar por la perfección de la fría máquina capitalista. Las cosas se pueden hacer de muchas maneras, incluso se pueden hacer bien. Con trato humano y con cariño. Cualquier mercado tradicional es prueba de ello. 

Será por ello que los niños, los abuelos, los señores y las madres sonríen más en este tipo de mercados. Será porque en este lugar podemos encontrarnos con cualquier cosa: pescado, carne, fruta, conservas, ciclistas, carritos de niños, patines y patinetes, zonas de descanso, risas, incluso monstruos como el de la foto.


 

Se hace duro pensar que lugares así estén sufriendo por subsistir. La lucha contra los desalmados ‘super’ autoservicio, en los que el plástico y la química abundan, está resultando fatal para los mercados tradicionales. Resulta incomprensible, pero en este mundo donde el dinero parece estar por encima de la propia humanidad es lo que toca: resignación.




Aun así, ese trato personal del mercado tradicional se ha ganado una clientela fiel, así que aun no esta todo perdido. Yo, de momento, ahí comprare mis tomates.